Nixtamal
En la mañana del día anterior a éste yo estaba desgranando el maiz (así, sin acento). Entre cada mazorca caían unos mil granos a la bandeja, me gustó oír el sonido de los granos al caer en ésta. Mis manos quedaron como empolvadas. Los olotes los metí en una lona, que terminaron usándose por mi abuelito para hacer lumbre (como si fuera leña). Llevé la bandeja con el maiz desgranao a la covacha, luego entré a la casa para avisar de mi trabajo finalizado. Mi abuela se encargó de preparar el nixtamal. Y a mí me tocó un taco de tortilla hecha a mano huntada de manteca y sal.
Mi abuela ayer en la noche llenó las cubetas con el nixtamal, para que al otro día (hoy) en la mañana mi abuelito en punto de las 5 de la mañana se levantara, se vistiera, se pusiera su gorra amarilla con un sol (efectivamente era del PRD), le hiciera moñito a sus zapatos negros de vestir y finalmente cargara las cubetas llenísimas de maiz mojado (nixtamal) para dejarlas en el molino.
Nunca hacía fila, porque a esa hora nadamás estaba él. La señora del molino le molía su maiz, él regresaba ya con la masa lista a casa de usté. Y como a éso de las 7 de la mañana llegaba la gente pá comprar masa. Sí es un trabajo duro, cabe decir que el maiz que se utilizó para la masa de hoy no era el mismo que desgrané ayer. Era otro, pero sépa Dios lo que hacen mis abuelitos, son sabios del maiz. Yo nomás disfruto mi tortilla con manteca y sal mientras les cuento ésto. Que a decir verdá, dudo que a la gente pipirisnais de la suidad le importe ésto. Ustedes nadamás van a la tortillería a comprar su kilito y su salsa. ¡Ah! La salsa acá en el pueblo la hace cada familia, no la compra.
Todos por acá sabemos hacer lo que nos comemos.
Así es la vida en el pueblo. Así de rico sabe comer. Así se trabaja para comer rico.
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