Me pondré a escribir poemas para llevar. Que se compren por gramo y cuesten igual que el arroz; que los compren por litro y les cuesten igual que el petróleo.
Poemas que se conviertan en pequeñas bailarinas [pequeñitas], que se metan a los oídos de los amantes e inviten a besar, que inviten a morderle los labios al romántico que ha comprado las letras perfectas juntas, con los espacios, comas y puntos exactos, para ser leído, doblado y guardado en la cartera.
Un gramo que se convierte en papel entintado, comeado, punteado, acentuado, escrito. Un litro que se convierta en saliva [va y viene]. Un poema que se queda inamovible e inservible para una segunda ocasión.
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