lunes, 25 de enero de 2016

Para ti:

Para ti:
Oye, te quiero contar algo importante: ya no te odio. Ya ni siquiera te recuerdo con mala fe, de hecho hasta hablo bien de ti. Ya no se me frunce el ceño cuando se me pregunta por ti o cuando por error o a propósito te empiezo a recordar. ¿Sabes? Me enseñaste cosas buenas que en su momento vi mal:
Se me hacía malo perder el tiempo para asistir a tus citas extrañas en lugares bien raros de la escuela. Tampoco me gustaba tener que llegar tarde a mis clases porque a ti se te ocurría verme y darme un beso antes de irte. Y mucho menos me gustaba que todos se dieran cuenta que estabas en mi vida, y eso porque me dejabas detalles bien bonitos en mi mesa. Ahora todo el mundo sabe que te quise mucho.
Oye, y si hay algo que me recuerda a ti es el ponche. Una vez me dijiste "te veo a tal hora en tal estación". Estuve puntual y tú ni tus luces. Llegaste 20 minutos después, bajaste del vagón bien rápido y me diste un termo con ponche calientito. Me ofreciste disculpas, me abrazaste y me dijiste "te quiero". Te quise más, pero también me hiciste perder 20 minutos. Por cierto, llegué tarde a mi primera clase. No sabes lo que me hiciste pensar. Los pequeños detalles valen mucho, muchísimo. Los detalles que demuestran esfuerzo y ganas de estar allí. Un ponche. Un ponche.
Gracias a ti tengo ganas de comprarle un café y llevárselo a cualquier lugar en donde se encuentre temprano, dejárselo, abrazarlo y decirle "te quiero". Porque para mí ésa fue la mejor manera de hacerme sentir especial. La mejor manera de expresar amor. Un ponche no, el ponche queda entre tú y yo.
Neta, gracias.

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